lunes, junio 29, 2009

'81:Huellas de un Tiempo


En ’81: Huella de un tiempo, Douglas Juárez realiza una exploración y documentación fotográfica viva. Decide, de esta manera, aproximarse al proyecto de autor donde manifiesta su visión personal para exponer, explicar y, hasta, justificar la existencia y suceso fotografiado. Postula la reivindicación del individuo a través de una mediación y discursos visuales. Cree en la imagen como generadora de emociones, capaz de producir identificación y placer.

La narrativa que genera es deudora del reportaje, campo profesional en el que se desenvuelve y que patentiza a través de los recursos que cultiva. Su propuesta consolida el interés, respecto, potencia y calidad en el uso del lenguaje visual. Sus aportes sustanciales lo constituyen la intención manifiesta de comunicación y la articulación de un discurso soportado por imágenes, elaboradas desde una práctica profesional específica, el fotoperiodismo, que sitúa al fotógrafo en otro nivel de elaboración, y a través de ésta sobrepasa el estándar al que normalmente está asociada en nuestro medio.

Más que insertar, esta exposición instaura una tradición en la que el fotógrafo reconoce su obra como parte de un proceso potente y generador. Juárez vincula su trabajo a la tradición fotográfica del documental de autor y de comunicación visual, la cual reconoce, insistentemente, al fotógrafo como pieza clave del trabajo y la realidad, como punto de partida para la elaboración del mensaje (comunicación visual).

En ese camino, 81: Huella de un tiempo, rescata la fotografía como forma de comunicación, asimismo como expresión individual conciente y articulada, que soporta, mantiene y evidencia la consistencia de sus ideas y la constancia de su trabajo, para dejar de lado la improvisación y la anécdota como fuentes de argumentación y sustentación de su propuesta.

Juárez explora la realidad, la realidad de un grupo de individuos que comparten una experiencia común. La memoria recorre sus historias, sus recuerdos, la fotografía representa esa huella que se resiste a desaparecer, que encuentra en el interés de Juárez una forma de reivindicar su existencia, reivindicar lo que no existe, lo que dejó de ser. Visto desde esta cofradía, la fotografía es una estrategia honesta, hasta inocente, que en apariencia obedece a los intereses del grupo que la motiva, pero es aquí justamente donde la fotografía evidencia su engaño, su turbulencia.

Este proyecto arriesga y, al mismo tiempo, admite otras entradas y lecturas del trabajo fotográfico: la articulación narrativa, la presencia patente de la comunicación en ese proceso, la valoración del ejercicio profesional como aquel que permite sostener un trabajo digno, complejo y rico, la necesidad de entender la fotografía en otras dimensiones de las que en apariencia presenta, tomar distancia de aquellas prácticas y explicaciones que reducen el trabajo fotográfico a una anécdota o no fijan puntos de partida para su desarrollo o cuestionamiento.

Como las marcas de sus pieles: arrugas y tatuajes, estas fotografías son huellas, marcas de su historia. Tal vez la fotografía pueda ser catalizadora de todo aquello que no vemos, pero cuyo rastro seguimos. ¿Qué representan estas marcas?, ¿cuán importantes son las marcas en la vida de los seres humanos?, ¿podemos vivir sin ellas?, ¿qué rol cumplen?, ¿sin marcas, algo existe de manera extendida, algo existe de verdad?

Alice Vega
Curadora del Proyecto

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