lunes, mayo 21, 2007

Pacasmayo

Después de haber tomado dos botellas de ron el día de ayer, lo menos que podría traer de la cálida ciudad de Pacasmayo, son estas fotografías. Unas imágenes que marcaron mi percepción visual, porque aquella mañana conocí las travesías que pasan los pecadores, el lado humano de la vida de un señor pacasmayino y una mirada distinta más de un balneario como éste.


El sábado por la noche, medio mareado por la ingesta del alcohol, tuve la suerte de sentir las relajantes aguas de esta preciosa playa. Mojé mis pies y sentí como la brisa del mar se penetraba en mi cuerpo, súper relajante. Además, cuando giraba y giraba con las manos tendidas, nació en mí, unas cortas palabras producto del licor “La inspiración está a orillas del mar, solo es cuestión de sentir tus pies húmedos, tirarte en la arena mirando al cielo y con tu cigarro en la boca decir ‘esto es vida”.

Este fin de semana estuve por Pacasmayo, y retomando lo expuesto en el principio, el día de hoy no dudé en salir y captar algunas imágenes con una mirada distinta. Ya estaba sobrio, algo cansado, pero con las ganas de caminar en la soleada mañana por el malecón de Pacasmayo.

Son ambientes muy distintos, en las mañanas encontramos a los pescadores que dedican su tiempo para arreglar sus embarcaciones. Los surfistas, prefieren navegar mar adentro para ver si atrapan alguna buena ola que le sirva de soporte como para hacer sus piruetas.


Algo que me causó admiración, fue ver a los recicladotes de basura andando por el día, cunado estas personas prefieren salir a laborar por las noches. No dudé en fotografiarlos. Después de hacer esta toma, avizoré a dos apasionados pescadores que estaban a punto de salir del mar. Hasta el momento no sabía exactamente que traían en sus redes, es por eso, que decidí ir a darles el alcance.


Portaban una bolsa de red llena de muimuyes, habían grandes y chicos, listos para ser incrustados en el afilado anzuelo. “sirve de carnada”, me explicó uno de los pescadores “pero también se come con limoncito y salsita, nada más”, agrego.

La historia de los pescadores es una travesía llena de aventuras, porque “si en medio de la marea no tienes que comer, lo único que puedes hacer, es chocar con la carnada, coger los muimuyes más grandecitos, echarles salsita y limón y directos al estómago, claro, antes de eso le sacas la caquita naranja que tienen”, relató el semidesnudo pescador.

Prefieren salir en las noches a pescar, según ellos “la marea baja y los pescados se encuentran no tan profundos”. Pueda que tenga razón, pero lo cierto es que en las mañanas se dedican a conseguir la carnada para refrigerarla hasta la noche.


Luego de escuchar esta corta anécdota, pensé en que quizá pueda volver a fotografiar a estos pescadores, pero ya no desde la orilla, si no, navegar juntos con ellos y vivir en carne propia el divertido y arduo trabajo de pescar.

Me senté en la pérgola a darle el visto bueno a las fotografías, y justo cuando le hacía zoom a la del muelle, apareció delante de mí un personaje que es muy conocido por los pescadores. Un anciano, que por las noches se cobija en uno de los inservibles barcos.

Lo miré y noté en su rostro cabizbajo, preocupación, una pesadumbre que solo lo sostenía con su bastón, y que talvés pronto podría repercutir en alguna enfermedad, conllevándolo a la muerte.

Desde un ángulo más humano capturé su caminata, pasó y lo perdí. Seguro se dirigía al muelle. No lo sé.

El sol cae creando un ambiente natural y artístico, donde se ilumina el degradado de un color anaranjado fuerte.

En las noches pacasmayinas, la gente prefiere salir al malecón, contemplar el mar, si es sábado lo único que vamos a encontrar, grupos de muchachos que se reúnen para tomar unas cuantas latas de cerveza, y si te quieres emborrachar las canjeas por una botella de ron Cartavio y una bebida.

Nada te ocurrirá, Pacasmayo es una ciudad muy tranquila, actualmente se está poblando con más centros comerciales, debido a que la Fábrica de Cementos Pacasmayo ha contratado a bastantes trabajadores que son provenientes de todas las ciudades del país.

viernes, mayo 18, 2007

El viaje de un sol

Antes de iniciar su arduo trabajo, los cargadores de bultos se preparan con un estratégico juego de barajas. Todas las mañanas, se reúnen en un puesto de abarrotes donde conversan más de una hora, para luego recorrer todo el mercado mayorista de la “La Hermelinda”.

Una carretilla, es su única herramienta de trabajo. En ella, se pasean, duermen y hasta lo utilizan como soporte para jugar una partida de casinos. El costo del alquiler de la carretilla no asciende a más de un sol, propina que en el transcurso del día estos niños lo consiguen.

El objetivo del trabajo, está en observar si una “casera” - como dice Miguel – necesita ayuda para cargar sus bultos y llevarlos hasta el paradero. Eso si, acompañan a la clienta hasta que suba a su movilidad. “Porque los choros ya nos conoces”, agrega.

El costo del corto viaje, es a voluntad del cliente, pero mayormente ya se han acostumbrado pagar un nuevo sol. Una moneda cuyo fin es destinada a la mesa de los hogares de estos pequeños.

miércoles, mayo 16, 2007

Madre

Una tierna, inocente y dulce mirada de un niño que se abriga con el calor de su madre.


Nunca me dejes